lunes, 2 de septiembre de 2013

Cómo diseñar el jardín ideal

Diseñar el mejor jardín para nuestra casa no es tarea sencilla. Por eso, a continuación vamos a ver los principales consejos para lograr tener un lindo espacio al aire libre

El primer paso es preguntarnos de qué manera lo vamos a usar: si en este habrá reuniones familiares o fiestas; si buscamos un espacio más productivo con árboles frutales, huerto y hierbas aromáticas, o si requerimos de espacio para que jueguen los chicos o se realicen actividades deportivas.

Las funciones que intentemos darle al jardín influirán en la zonificación, en la circulación y en su diseño final.

¿CUÁNTO DINERO?

Este sector del hogar suele tener designado un presupuesto -por lo general- limitado, ya que se piensa en él al terminar de construir la casa o de remodelarla, cuando ya no hay mucho dinero disponible. Lo aconsejable es invertir en un suelo de buena calidad o mejorar el existente. Una buena materia prima para la tierra es esencial para que las plantas crezcan en su máximo potencial.

Un segundo paso es la inversión en el tipo y calidad de los árboles y plantas, el cual dependerá del diseño elegido para el jardín.

EL DISEÑO, LA CLAVE DEL ASUNTO

Lo importante de buscar y encontrar un equilibrio es que, si tenemos un jardín simétrico, armónico y sin contrastes, puede provocar aburrimiento. Por otro lado, un espacio plagado de contrastes y movimiento puede inducir al estrés o la fatiga visual. La idea es lograr que sea un espacio lo más agradable posible.

Generar un "ritmo" determina unidad. Para ello, lo ideal es repetir tres veces un elemento o característica (como por ejemplo el color, la textura o la forma) en lugares estratégicos. Para darle variedad a un jardín se pueden tomar dos caminos: el primero es aportar movimiento al diseño a partir de diagonales o curvas; el segundo es generar contrastes a partir del color, follaje, textura, forma y tamaño de los materiales que se usan.

EL TURNO

DE LAS PLANTAS

Visitar viveros o jardines vecinos y obtener información a través de libros y revistas especializadas nos permitirá conocer

cómo serán las plantas en su forma final, o sea, unos años después de haber

sido plantadas.

Así se podrá diseñar y proyectar que cada cosa

quede en su lugar y que el follaje no invada espacios que no le correspondan o que proyecten sombra en lugares no deseados.

Esto permite que no se gaste dinero extra en comprar una excesiva cantidad de cultivos que posteriormente deberán quitarse.

Es importante estar al tanto de las necesidades de mantenimiento de las plantas porque, de acuerdo a cómo se mantengan, lograremos tener un espacio florecido todo el año y que el diseño pensado permanezca en el tiempo.

Una de las pautas a definir es si queremos que el parque esté verde e inalterable durante el año o que vaya cambiando con la llegada de cada estación. Para la primera opción, se eligen árboles y arbustos persistentes o herbáceos perennes de poca o nula floración.

En cambio, la elección de plantas que florecen sin hojas o con floración llamativa va a marcar los distintos períodos del año con sus coloridos esquemas.



¿CÓMO USAMOS


LOS COLORES?


Para que un jardín vibre con los colores de los árboles y las plantas es fundamental tener presente aquellos tonos que ya existen en el terreno como los que se usaron para pintar las paredes de la casa, los techos, y las construcciones vecinas, entre otros.

La coloración se puede aportar por medio de las flores o por el follaje.

Si en el diseño se pensó generar unidad, se pueden utilizar distintas gamas de un mismo color para tener un jardín monocromático o con colores adyacentes. Por ejemplo: amarillo con amarillo anaranjado y naranja; o naranja con rojo anaranjado y rojo.

Para contrastar, lo ideal es elegir tonalidades opuestas o complementarias. Por ejemplo, de un lado violeta y por el otro amarillo; o azul y naranja, o verde y rojo.


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