domingo, 9 de agosto de 2015

El maestro del bonsái

"La primera vez que vi un bonsái quedé impresionado por su belleza y particularidad, así comenzó esta pasión que me llevó a ser coleccionista y maestro”, dice Arsenio Rojas, quien siempre viste un sombrero, chaleco y jean. A partir de ese momento comenzó a viajar e investigar para conocer más acerca de estos árboles en miniatura de origen japonés.
Con el tiempo, combinando esfuerzo y disciplina, en el patio de su casa construyó una colección de 200 bonsáis; además de un jardín japonés en miniatura. Pero esta afición no se quedó ahí, ya que también dicta clases junto a su hija Ruth.
Nacido el 1 de enero de 1951 en Huarisata, provincia Omasuyos de La Paz, cuando cursaba la primaria realizó un viaje a la localidad de Sorata, lugar en el que primera vez tuvo contacto con un paisaje conformado por una diversidad peculiar de árboles, plantas y flores, que, según asegura, fue un momento inolvidable en su vida.
Luego de esa experiencia "fugaz y mágica”, a los 14 años comenzó a trabajar en un vivero, en el que adquirió conocimientos básicos de jardinería, para luego ingresar a la Escuela Municipal de Jardinería y así trazar el rumbo de su carrera como jardinero, título que lleva con orgullo.

"En la Escuela Municipal de Jardinería, la capacidad y la amabilidad de los maestros españoles y japoneses hizo que disfrute cada día del estudio. Era buen estudiante, y como premio me invitaron a que participe en la construcción del jardín japonés, ahí fue donde tuve mi primer contacto con un bonsái”, relata, mientras recorre, junto a Página Siete, su colección ubicada en el jardín de su domicilio, en Chasquipampa.
Siempre sonriente y atento, cuenta que en el primer día de trabajo en la construcción del jardín japonés les manifestó a los ingenieros botánicos y jardineros japoneses su interés y ganas de aprender sobre bonsáis. Con una mirada fija acompañada de una sonrisa, dijeron: Claro que sí, sería un honor. Entonces, con herramientas en mano comenzó a sembrar su primer bonsái, que al poco tiempo se convertiría en un árbol que enamoró a los japoneses.
"Fue la entrada a ese mundo, desde ese momento hasta ahora todos los días tengo contacto con los bonsáis”, resalta.
Al cumplir 20 años de edad, con 10 bonsáis comenzó a armar su colección, los primeros fueron sipres, queñuas, álamos y pinos. Al principio se le presentaron algunas dificultades, que fueron subsanadas con varias horas de lectura de libros y revistas, cuenta Rojas, quien admira y considera como maestros a Peter Kan, Tom Barton, Kenso Yakoyama, todos de nacionalidad japonesa.
Al poco tiempo de iniciar su colección de bonsáis ingresó a trabajar a la Embajada del Japón en Bolivia. Esta oportunidad laboral le permitió viajar al archipiélago nipón, fue un reconocimiento al buen trabajo que realizó en ese momento de su vida. En ese entonces, bonsáis era en lo único que pensaba, además de dibujar en su cabeza el diseño del espacio donde ubicaría su colección.
"En Japón trabajé como jardinero en lugares dedicados al bonsái, aprendí a regarlos, podarlos, transplantarlos y otras cosas más. La idea es que parezcan árboles en miniatura”, cuenta acompañado de un sentimiento de nostalgia y no descarta volver al archipiélago nipón. Al regresar continuó construyendo su colección, una iniciativa que no tiene final para Rojas.

Habilidad, creatividad y tierra arenosa es la fórmula clave para obtener bonsáis "saludables y hermosos”. "Primero tenemos que entender que un bonsái es el arte de cultivar un árbol leñoso de la naturaleza, es decir, ponerlo en miniatura, y mientras crece, darle la forma que uno desea a sus ramas, utilizando alambres. Existen 12 estilos, que son: formal, informal, cascada, semicascada, escoba, inclinado, balsa, paisaje, bosque y libre, entre otros. De todos estos, mi favorito es el semicascada, porque el árbol es flexible y fácil de manipular, al ver la colección te das cuenta de cuáles son”, indica.

Al ingresar a su domicilio, donde se encuentra la colección, se observa un manto verde que cubre su jardín conformado por una variedad de 200 bonsáis, entre ellos coníferas, frondosas y populus. En el lugar, donde a toda hora se escucha el canto de los pájaros, los tamaños y tonalidades pintan un paisaje que impacta a todo el que ingresa al lugar, dice Rojas.
El conjunto de árboles en miniatura es custodiado por un jardín japonés diseñado a escala con elementos naturales y culturales que fueron ubicados entre montañas y caminos de piedra que conducen a una laguna artificial. Desde cualquier sector se puede apreciar una cascada que desciende entre una montaña verde para desembocar en una laguna; además de figuras japonesas talladas en piedra.

"A futuro quiero dejar como herencia esta colección a mi familia, creo que en especial a mi hija, con quien doy clases de bonsái. Los años me hicieron conocerlos a profundidad y ahora me gusta compartir mi conocimiento. También me di cuenta que hablarles es muy importante para que tengan un buen desarrollo”, concluye, mientras una sonrisa se apodera de su rostro al lado de su bonsái favorito.

En octubre dictará clases sobre bonsáis
Arsenio Rojas y su hija Ruth Rojas dictarán clases sobre bonsáis en las ciudades de La Paz, El Alto y Santa Cruz durante la primera semana de octubre del año en curso. Con la iniciativa no sólo desean compartir sus conocimientos, sino también incentivar la colección de los árboles miniatura.
"Mi hija da la parte práctica y yo la teórica. Estos cursos son importantes para mostrarle a la gente cómo se conserva un bonsái, es mentira que son árboles que mueren rápido”, explica, Rojas.
Al respecto, precisó que los cursos tienen una duración de tres días y un costo de 150 bolivianos. En La Paz se llevan a cabo en el Hotel Presidente, en El Alto en la Alcaldía y en Santa Cruz en una iglesia católica.
La gente interesada en los cursos puede comunicarse al 2799301 o escribir a bonsái_rojas@hotmail.com.

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