Comunicación. El decorador no trabaja a libre albeldrío. Plasma su talento según los intereses e inquietudes del dueño del inmueble, para ello debe conversar con el propietario para tener muy en claro lo que necesita y así trabajar para complacerlo. "La conformidad del cliente se logra interactuando con él", destacó Rivero.
Tiempo determinado. Aunque al principio no lo toman en cuenta, contratar a un profesional de esta área también significa ahorro de tiempo, ya que a la hora de establecer la relación contractual se establece un plazo determinado, de esa manera, los propietarios pueden estar seguros que el proyecto estará terminado.
Visión objetiva. Un decorador cuenta con ventajas ante el propietario de una vivienda porque aborda el proyecto desde una perspectiva objetiva. Enfoca la decoración desde todos los aspectos tomando en cuenta el espacio, las paredes, los suelos, la colocación de los muebles y de los accesorios. "Decoramos oficinas, vitrinas de tiendas, jardines y hasta fiestas de cumpleaños", explicó la profesional.
Economía. Aunque parezca lo contrario, contratar un decorador puede significar un importante ahorro. Normalmente una persona que no es profesional suele adquirir productos que le gustan a simple vista, sin analizar si lo que compra va a utilizarlo. Además, el decorador se ajusta al presupuesto de su cliente. "El proyecto se desarrolla partiendo de la inversión que tiene presupuestado realizar el cliente", manifestó Rivero.
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