“Guardar la mantequilla o el queso en el refrigerador es tonto”, reniega Marina, una de nuestras abuelas. “Para eso está la mantequillera y la quesera, que hay que poner bien cerradas en lugares alejados del sol.
Por otro lado está el tomate, fruta que, expuesta al frío, se vuelve pastosa e insípida; por eso es mejor conservarla en temperatura ambiente, en un lugar con sombra. Lo mismo sucede con alimentos, como la berenjena y los pimientos.
La piña, el plátano y la palta se deben resguardar en lugares oscuros para que no pierdan las enzimas que les permiten madurar. Si pasan al refrigerador, ennegrecerán.
Las papas, las cebollas y los ajos no deben pasar por la nevera jamás. El almidón de las papas se convierte en azúcar a causa del frío, por lo que su sabor cambia radicalmente. El truco es mantenerlos a oscuras, puedes usar bolsas opacas.
Finalmente, meter cereales, salsas envasadas, legumbres, frutos secos, conservas, pan y arroz en el refrigerador pasa ya al ámbito de la exageración y la ignorancia.
Chocolate
Verás que al guardar chocolate abierto en la nevera le sale una especie de capa blanquecina: una muestra de que su textura y sabor han resultado alterados.
Cebollas
Las cebollas que conservas en la nevera impregnan con su olor al resto de las comidas. Es mejor mantenerlas lejos si no quieres que el sabor de otros alimentos se alteren.
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