Los dormitorios infantiles deben cumplir condiciones propicias para su desarrollo psicológico y motriz. La luz es uno de los primeros estímulos a los que un niño se ve confrontado y al que tendrá que aprender a habituarse con el tiempo.
En cuanto a los colores para los dormitorios, se recomiendan tonos amarillos, verdes y azules muy claros, rosas pálidos y blancos para que no absorban la iluminación del espacio y más bien la reflejen.
Durante la noche la iluminación es primordial. Una vez solo en su dormitorio, el niño puede sentir miedo a la oscuridad. En este caso, se debe instalar una lámpara de fácil acceso.
Su dormitorio debe contar con un color mural no agresivo para realzar la iluminación natural de la habitación. Y como la luz es primordial, la pintura o un papel mural claros son buenas opciones.
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