jueves, 28 de mayo de 2015

Pintan hierba de jardín para tener el pasto verde



El calor aumenta, la tierra está árida y la nueva ley prohíbe regar con la misma fluidez que antes. Pero lejos de conformarse con tener jardines lánguidos y marchitos, los californianos se han apuntado a la moda de pintar sus céspedes de verde. Con una simple capa de espray, la hierba recupera su color natural para regocijo de sus propietarios, felices de lucir de nuevo edenes “saludables”. Esta forma de maquillaje gana adeptos cada día que la intensa sequía se prolonga en California, y ya van cuatro años.

Desde que el gobernador demócrata Jerry Brown anunció en abril medidas excepcionales para ahorrar un 25% de agua ante la falta de lluvias y el vaciamiento de los embalses, Paula Pearson vecina de Escondido —una localidad cercana a San Diego— ha guardado la manguera y cerrado el grifo.

El efecto ha sido inmediato: la entrada de su casa se ha vuelto amarilla y ha dejado de proyectar esa sensación hogareña que tanto le gusta. “En mi opinión, el césped debe ser verde”, cuenta esta mujer de cabellera rubia, que se protege del sol tras gafas oscuras.

La primera vez que Paula oyó hablar de la posibilidad de pintar el césped se rió, pero luego pensó que podía tratarse de una buena solución a su problema. “Si hubiese querido un jardín amarillo, lo hubiese sustituido por piedrecitas”, afirma. “Pero yo lo que quiero es hierba verde”. El jardín es un modo de vida tan arraigado entre los estadounidenses que forma parte de su estructura arquitectónica.

Cientos de miles de barrios en el país están diseñados de la misma manera: casas con un jardín delante y otro detrás (los clásicos front yard y back yard, en inglés). Tenerlo bien cuidado es “un reflejo de cómo es el propietario”, afirma Jim Power, fundador de la empresa en pintura de céspedes Lawnlift.

Sus clientes son gente que “no quiere ver su parterre muerto cada vez que se va o llega a casa”, señala. “Pero cuando está prohibido regar, hay pocas opciones”. La sequía ha impulsado a vecinos a sustituir sus edenes por cactus, agaves y plantas típicas de clima desértico. Para favorecer este cambio, algunas urbes californianas como Los Ángeles incluso ofrecen incentivos a sus ciudadanos.


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